"Tenía arranques de rabia física": Dra. Carolina Herrera y los problemas mentales de su madre
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En este capítulo de Juego Textual, la Dr. Carolina Herrera abrió su corazón respecto a los problemas mentales que afectaban a su madre.
Este martes en el último capítulo de la temporada de “Juego textual”, Katty Kowaleczko, “Tita” Ureta, Begoña Basauri, “Chiqui” Aguayo, “Pepi” Velasco, Rayén Araya y Yazmín Vásquez, guiadas por el animador Sergio Lagos, conversaron con la doctora televisiva y médico internista broncopulmonar Carolina Herrera.
Los problemas mentales que afectaban a la madre de la Dra. Carolina Herrera
Mirando una foto donde sale de guagua, Carolina se emocionó de inmediato recordando su historia familiar, con una madre que padecía de una condición mental no diagnosticada, ligada a la paranoia.
“Mi mami tenía un tema con la desconfianza hacia los otros. La frase de mi mamá era ‘En lo ajeno reina la desgracia, no puedes mostrarte, sé invisible para que nadie te critique, refugiémonos en la casa’. Ella no quería que nos pasara nada malo, entonces quería controlar todos los aspectos de la vida. Yo nunca aprendí a cocinar ni a nadar”, explicó Carolina, agregando que la expresión de esa enfermedad la afectó enormemente.
“Mi mamá tenía arranques de rabia física, tenía pataletas, se tiraba el pelo y tiraba cosas. Desde mi pieza siempre escuchaba que en la pieza de ella se movían los muebles, pensaba que estaban pintando (...) Mi mamá cuando me saludaba me olía, para saber si había fumado”, contó.
Incluso terminó acudiendo al ingenio para sobrevivir a su mamá. “Un día encontré mi diario de vida mordido, fue porque ella lo había leído, entonces empecé a escribí en inglés. Después me di cuenta de que ella entendía inglés, así que inventé un alfabeto entero para escribir ahí”, confidenció.
Junto con ello, se cambió 14 veces de casa y 13 de colegio por esa incapacidad de su madre de establecerse. Ella misma pensó en irse, y empezó a independizarse de a poco, hasta el punto en que pidió ser admitida en un colegio internado para no estar en casa. Llegado un cierto momento, su papá abandonó la casa, hastiado. “Un día de mi cumpleaños mis amigas llegaron a mi casa a mi celebración, y él tomó sus maletas y se fue. Yo pensaba que él ya había aguantado mucho a mi mamá”, indicó Carolina.
Según contó, cuando su madre se enfermó, al final de su vida, estaba recluida en su departamento y no dejaba entrar a nadie. Finalmente lograron llevársela a la clínica y Carolina y su hermana pudieron ver en qué condiciones vivía. “Le cerramos el departamento, y vimos que tenía una puerta cerrada, clausurada, seguramente por un terremoto, con una llave abierta en el baño. Y estaba llena de bolsas, todas con una falda, un sostén y un calzón, bolsas, bolsas y bolsas”, contó, añadiendo que nunca logró hacer las paces con ella antes de que perdiera la lucidez en su avanzada edad.
“Yo fui la reacción opuesta a mi mamá. Si para mí era la vigilancia, sé invisible, haz lo correcto, para mis hijos es ‘hagan lo que quieran hacer, pero háganlo bien, y sean libres’”, concluyó.