Dra. Carolina Herrera recordará la enfermedad mental que afectaba a su madre
Me gusta esta nota
Esta noche, en un nuevo capítulo de “Juego textual”, Katty Kowaleczko, “Tita” Ureta, Begoña Basauri, “Pepi” Velasco, Rayén Araya y Yazmín Vásquez conversarán con la doctora televisiva y médico internista broncopulmonar Carolina Herrera.
La profesional, que fue una de las más destacadas en el combate contra el Covid durante la pandemia, recordará cómo fue que descubrió que su esposo le era infiel, gracias a un mail.
“Teníamos un correo en común, y recibo un mail que dice ‘Estimado doctor, lamento lo que ha pasado con el pasaje de la doctora, nos vemos’. Y la doctora no era yo”, relatará. Luego, tras encontrar pelos rubios en su auto, decidió hacerles un examen de ADN para confirmar sus sospechas.
Cuando finalmente encaró a su esposo, lo hizo de un modo muy peculiar. “Una mañana, a las 7 AM, en mi casa tomo el auto, un jeep, y le digo ‘¿Andas con otra persona?’, me dice ‘No’, y yo retrocedo el jeep y lo choco contra el pilar de mi casa. Le digo ‘Dime la verdad’, ‘No, no ando con nadie’, marcha atrás de nuevo, segundo choque. Tercera vez, ‘¿Andas con alguien?’. ‘No, y te estás portando de una manera muy rara’, me dice. Le digo ‘A las 6 de la tarde todas tus cosas van a estar en la vereda, y el lunes nos vemos en el abogado’”, narrará.
En torno a su peso, Carolina contará que fue obesa mórbida en el pasado. “Tenía adicción al azúcar. En mi primer embarazo subí 40 kilos, quedé con 30 encima, en el segundo subí de nuevo. Llegué a pesar 120 kilos”, revelará, agregando que eso la hizo objeto de discriminación una vez en una clínica.
“Estaba buscando al colega para que me pasara el turno y no lo encontraba. Finalmente me lo topo y le digo ‘Doctor, ¿me entrega el turno?’. Y él me dice: ‘Yo no hablo con gordas’”, contará.
También hablará de su complicada infancia, marcada por una madre que padecía de una condición mental no diagnosticada, ligada a la paranoia.
“Mi mami tenía un tema con la desconfianza hacia los otros. Ella no quería que nos pasara nada malo, entonces quería controlar todos los aspectos de la vida (...) Tenía arranques de rabia física, tenía pataletas, se tiraba el pelo y tiraba cosas. Desde mi pieza siempre escuchaba que en la pieza de ella se movían los muebles, pensaba que estaban pintando”, revelará.
Consultada por su momento más duro, la doctora sostendrá que fue la caída de su hijo desde varios metros de altura, cuando tenía 16 años.
“Llego a buscarlo a donde estaba, y lo veo que está de pie. Le abro la puerta, le digo que se suba, y cuando lo hace me doy cuenta de que tiene una fractura expuesta en el brazo y escupe los dientes con sangre”, rememorará sobre el joven, que terminó requiriendo 10 horas de cirugía para recuperar su mandíbula.