El domingo recién pasado, en “De tú a tú”, Martín visitó al gimnasta Tomás González para tener una conversación íntima con el deportista ganador de más de 300 medallas en todo el mundo.

Junto con presentarle al animador su perro, una pug de 6 años llamada Frida, el deportista le mostró su departamento de dos pisos, incluyendo un bar móvil que atesora y una pequeña cava de vinos.

Según reveló el medallista, quien ha participado en tres Juegos Olímpicos entre 2012 y 2021, durante 11 años fue parte de un programa antidoping para deportistas, lo que significaba que en cualquier momento podían golpear su puerta y pedirle un examen de orina sin aviso. “Vinieron muchas veces. Es todo un protocolo. Uno se pone frente al WC, debe subirse la polera y bajarse el pantalón a la rodilla y este agente que mandan tiene que estar al lado viéndote orinar. Tiene que ver que uno no meta algo al vaso”, contó sobre el procedimiento.

Niño tímido desde siempre, dice que cuando vio los JJ.OO. de Barcelona en 1992 se obsesionó con la gimnasia. Desde los 5 años empezó a entrenar en su colegio y practicaba en los sillones cuando llegaba a su casa. “Grababa videos en la TV, los repetía, analizaba los ejercicios, llegaba antes para practicarlos. Es mi gran pasión, me enganché full”, recordó.

El costo social de dedicarse a una disciplina como la gimnasia se hizo sentir rápido. “En el colegio la jornada era en la tarde entonces mis horas de clases eran las horas de refuerzo en la mañana. Me cambiaron las horas de clases para poder entrenar, iba a clases solo. Y me fui acostumbrando a esa soledad. Yo creo que me costaba harto socializar con mis compañeros, yo no era de muchos amigos”, manifestó, agregando que siempre se sintió distinto a los demás por eso mismo.

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Acerca de su momento actual, como participante del programa “Aquí se baila” y nuevo integrante de Deportes 13, donde comentará los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023 en octubre próximo, Tomás asegura que se encuentra en una etapa completamente diferente en su vida, ya que se considera totalmente retirado del deporte olímpico.

“Se murió ese Tomás de alto rendimiento, ya no va a volver, quedó atrás. Tengo una sensación como de luto, de que muere una parte de mi vida. Pero me estoy dando el tiempo de incursionar en cosas distintas y además tengo la suerte de tener mi escuela. Es mi gran logro”, sostuvo sobre la institución que fundó en 2016 y que tiene una sede en Santiago y otra en Llanquihue.

Uniéndose Marcela, su madre, a la conversación con Martín, contó que, siendo profesora de gimnasia, desde siempre supo que Tomás tenía talento. “Cuando llevaba a los niños a acompañarme a las competencias, Tomás miraba y miraba, tenía 2 años, y llegando a la casa hacía esos mismos ejercicios que yo había estado un año enseñándoles a las niñas. Como soy profesora de gimnasia caché que él tenía una habilidad innata y era muy enfocado”, recordó.

El niño Tomás nunca dejó lugar a dudas sobre su pasión por la gimnasia, desde la más tierna edad. “Cuando iba al jardín infantil le preguntaron qué quería ser cuando grande y él hizo en plasticina con sus manos a un niño haciendo una rueda con colchoneta y le dijo a la tía ‘cuando grande quiero ser gimnasta’. Tenía 4 años”, indicó su madre. En cierto momento, preocupada porque Tomás no tenía otros intereses, lo llevó al sicólogo.

Acerca de la carrera deportiva de su hijo, Marcela dice que siempre fue una sensación ambivalente para ella. “Si hoy tengo que evaluar los momentos tristes y felices, creo que el 85% fueron tristes y amargos. Pero el 15% es lo que queda hoy, verlo en los Juegos Olímpicos celebrando después de saltar. Ese momento borra todo el resto”, aseguró, recordando las numerosas penurias que pasaron intentando representar a Chile en las competencias internacionales sin mayor apoyo de parte de la Federación.